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miércoles, 12 de enero de 2011

Sobre La Nueva Ciencia



A propósito de la obra de Martínez “El Paradigma Emergente”, vale la pena abordar sus ideas a fin de esclarecer algunas interrogantes, desde el punto de vista filosófico y epistemológico, ampliamente abordado por dicho autor. Así mismo, el momento es preciso para una aproximación que contenga elementos interesantes de discusión y que de alguna manera señale caminos que alberguen nociones sobre el momento histórico por el cual atraviesa la humanidad en su contexto científico investigativo.


Tal es el caso de la necesidad de abordar un nuevo paradigma que justifique la existencia de métodos de investigación que involucren tendencias humanísticas, y satisfaga la necesidad de conocimiento a fin de seguir evolucionando como seres humanos racionales que necesitan respuestas direccionadas a verdades cada día más generalizadoras, tal como lo señala Wilber, verdades que permitan llegar a acuerdos entre enfoques diversos, que corresponda a una visión mas general, global e integral de las cosas.


En este orden de ideas, el trabajo de Martínez se ve reflejado en su obra, la cual abre un abanico de conceptos los cuales podrían servir de base a las nuevas generaciones para el logro de tales verdades.


En ese sentido, ¿como fundamenta Martínez tal necesidad de enfocar un nuevo paradigma que permita a las nuevas sociedades hacer mejor uso de la ciencia?


Para Martínez la actual época por la que atraviesa el ser humano se encuentra en una crisis de fundamentos científicos, aunado el del filosófico también, generando así una crisis de fundamento de pensamiento. Este vacio epistémico, obliga la imperiosa tarea de precisar con sentido crítico una visión diferente sobre el conocimiento del mundo.


El hombre en su necesidad de comprender las cosas, mas allá de lo palpable, requiere entender la realidad de acuerdo a la complejidad del objeto, no sin haber pasado por un proceso de verificación y sustentación de lo real, a través del método científico, Martínez (2006) menciona la posición de la ciencia en cuanto a su validez en el tiempo y su paso a otros estadios del saber y comprender:


En los últimos tiempos –desde 1790, cuando comenzó la edad de la razón- la ciencia adquirió un cierto predominio, dado su nivel de adecuación con el mundo concreto, tangible y manipulable que ha constituido el mayor centro de interés del hombre de los siglos XIX y XX. Sin embrago, la ciencia no puede –debido a las limitaciones que le impone su propia naturaleza- estudiar y resolver muchos problemas de gran importancia para la vida humana, como tampoco puede verificar o justificar “científicamente” las bases o los supuestos en que se apoya: una teoría científica no dispone de la capacidad reflexiva para autocriticarse en su naturaleza y fundamentos. (p. 18).


Tal aseveración manifiesta, establece que la ciencia no es capaz de autocriticarse o autoevaluarse, lo cual la llevaría a su propia revisión y su ulterior adaptación, esto, sin que haya pasado por un proceso imperioso de aceptación en la comunidad científica sobre la refutación, de la que habla Popper, sobre la vigencia del conocimiento imperante.


Esta situación particular hace necesaria la inclusión de una nueva manera de observar el contexto y su relación con el sujeto, dado que el actual mundo se caracteriza por la interrelación de fenómenos físicos, biológicos, psicosociales, ambientales, sociales, que afectan la relación sujeto-objeto y define los resultados de dicha relación.


De tal manera que el concepto mecanicista de concebir las cosas y su medición de acuerdo a una escala estadística debe quedar para aquellas situaciones que realmente sean validas, tal es el caso de las investigaciones en el campo de la física, las matemáticas, etc., y abordar un nuevo modelo paradigmático que permita llegar a las causas de los fenómenos mas que a las consecuencias.


Por otro lado, Martínez sostiene que un nuevo paradigma seria de gran utilidad para avanzar científicamente a la evolución del ser humano como ser pensante que utiliza la razón como su mayor virtud, tal paradigma respondería a una perspectiva mas amplia, holística y ecológica, lo cual cambiaria la forma de pensar, percibir y valorar (Martínez, p. 20).


Ciertamente que la ciencia, desde la concepción de saberes hasta la estructuración de conocimiento, ha sido de utilidad para la comprensión del mundo y ha permitido colocar al hombre en un plano distinto al de hace 500 o 1000 años en su relación con su capacidad de pensar, sin embargo, la utilización del método científico en todos los campos que se relacionan con el hombre y su contexto, ha anulado o hecho a un lado cuestiones que tienen que ver con esa capacidad de transcender lo material, abarcando otras realidades que también forman parte del día a día del hombre y que constituye esencia de su ser.


A este respecto, se dirigió Einstein al decir que la ciencia más que buscar el orden de las cosas, busca aquellos aspectos que en su conjunto conforman la belleza, la simetría, la armonía y la elegancia. De allí que el pensamiento filosófico ha usado como lema: “Lo verdadero, lo bueno y lo bello convergen”.


Entonces, surge la necesidad histórica de que el hombre dirija sus esfuerzos por abordar de manera distinta las relaciones del hombre con su medio, -relación sujeto objeto- en un plano que permita integrar aquellas variables que de alguna manera convergen sistemática y ecológicamente.


Este modo de pensar es lo que Martínez llama paradigma emergente, es decir abordar una ciencia de orden universal, interdisciplinaria e integradora.


Hasta ahora se tiene un basamento histórico que descubre la necesidad de un nuevo paradigma, el cual permitirá una visión del kosmos de manera integral, en donde confluyen distintas disciplinas de validez universal, la pregunta es ¿como podría sentarse las bases de tal forma de ver el mundo?


Pareciera no ser sencillo y de hecho no lo es, según Martínez (Ob. Cit.) cita lo siguiente: Podríamos decir que los criterios para valorar los aspectos más significativos de un posible paradigma universal serán aquellos que mejor nos ayuden a superar las antinomias –refiriéndose a lo que a su juicio son fundamentales: sujeto/objeto, lenguaje/realidad, partes/todo, filosofía/ciencia y libertad/necesidad-, que nos ayuden a realizar un cambio en la estructura y el proceso de nuestro pensamiento. (p. 125).


Estas antinomias representan ciertos conflictos cognitivos que realmente podrían bloquear el desarrollo del conocimiento, sin embargo, impulsan de alguna manera a conocer.


Es por ello que al referirse al viejo paradigma newtoniano-cartesiano, el cual incurre en un error epistemológico al no valorar los vínculos de interdependencia que constituyen una entidad y sus nexos con diferentes realidades. Estos vínculos y nexos, según Martínez, vienen a ser la base para la formulación de un nuevo paradigma.


La tendencia al orden de los sistemas abiertos, en la teoría de las estructuras disipativas desarrollado por Pregonine, representa para Martínez un elemento fundamental para la fundamentación cognitiva de un nuevo paradigma, dado que, “...nos pone ante el hecho cotidiano de la emergencia de lo nuevo y de lo imprevisto como fuentes de nueva coherencia”. (Martínez 2006, p. 156).


Tal coherencia es objeto de análisis y estructuración de conocimientos que emergen de nuevos conceptos del mundo.


La ontología sistémica y la utilización del método hermenéutico, para desarrollar la comprensión del comportamiento humano; el conocimiento personal, que descubre los valores del sujeto y su relación con el objeto en la conceptualización de realidades complejas; la metacomunicación y la autoreferencia, la cual caracteriza al ser humano en por su poder de critica y su capacidad para comunicar tal discernimiento, y por ultimo el principio de complementariedad, la cual trata coherente y lógicamente diferentes percepciones de diferentes disciplinas, son instrumentos que cimientan las bases para el debate y la discusión, lo cual ocupa al referido autor.


En tal sentido, la necesidad de estar preparados para adoptar cambios en los fundamentos científicos, se hace inminente, lo cual servirá para ampliar el concepto de ciencia y su ámbito.


Entonces, ¿es posible hoy en día observar evidencias que denoten una dirección en ese sentido?


Para Martínez las condiciones están dadas, a pesar de que buena parte del siglo XX los científicos mantenían la influencia del modelo mecanicista, lo cual afecto a todas las ramas del conocimiento. Sin embargo, la ciencia para que sea ciencia contiene la semilla de la duda, al permitir la refutabilidad de sus conceptos y teorías cuando estos son puestos a prueba a fin de alcanzar nuevos descubrimientos que albergan un paso más en el escalafón del conocimiento.


Por ello ramas como la física, la biología, la medicina, la psicología y la economía, han experimentado reacciones sobre la visión sobre un paradigma emergente, el cual evidencia la necesidad de evolucionar a otro estadio del conocimiento accediendo a la interdisciplinariedad como requisito para la transformación de la visión del mundo a través de la integración holística a fin de acceder a una visión de la realidad que admita su comprensión basado en relaciones y dependencias reciprocas de todos los fenómenos involucrados.


En ese sentido, Martínez señala que a pesar de todo aun no se tiene una claridad sobre el tema y bastante lejos de un consenso que definan las características sobre un nuevo paradigma. Sitúa la actual realidad en una época postmoderna dado que la actual ha ido perdiendo confianza en la razón, fundamental en modernidad, puesto que los autores que acarician una tendencia postmoderna pretenden poseer un sistema unificador del conocimiento de la realidad.


Esta pérdida de confianza o incertidumbre sobre la razón como fuente primaria que sustenta el conocimiento, señala sus razones en dos limitantes que influyen notablemente: la gran duda sobre la realidad del mundo y cierta inseguridad ante los datos de los sentidos y la razón. Martínez señala abiertamente en su obra que tal incertidumbre encuentra su sentido, dependiendo del autor, en la supresión de la razón critica, la supresión de los fundamentos y el dialogo-comunicación.


Ahora bien, algunos autores como D. Bell, P. Berger, M. Novak R. Nisbet y otros, han hecho grandes esfuerzos en dar argumentos importantes para que la razón vuelva ha ser la guía indispensable para vía al conocimiento. Ello es así dado que la religión ha ido perdiendo influencia en la sociedad actual, la cual representaba el sostén de las dimensiones normativas y morales de la sociedad, representando en estos autores un gran interés por volver a los viejos esquemas de concepción del mundo.


Es interesante observar como otros autores, tales como Kant y Weber, realizan lo mismo pero de forma inversa, es decir, ante la pérdida de la influencia de la religión y su consiguiente separación de las diferentes dimensiones de la razón, intentan reintegrar en sus obras elementos que van mas allá de lo mero material como la ética y el arte, sin embargo, esto requiere que estén dadas las condiciones en un contexto donde se desenvuelva un nuevo modelo o paradigma de la racionalidad.


En cuanto a la supresión de los fundamentos, los postmodernos adoptan una posición radical debido a que ante la inseguridad y la incertidumbre de la razón, se pierde el horizonte y el sentido de las realidades, constituyendo así una falta de significado de todo, por el hecho de no tener contexto ni marco de referencia conceptual.


Los autores postmodernos discrepan de los modernos, en cuanto que una de sus intensiones es la de restablecer, mediante unos criterios mínimos y sustentando sus discursos teoricopracticos en los campos de la ciencia, en la recuperación de la fuerza de creadora de la razón y el poder de integración social perdido por la tradición religiosa.


En esa dirección los postmodernistas, en su intento por refutar el regreso a la era de la ilustración, manifiestan que la utilización del dialogo de argumentaciones para llegar a un consenso acerca de la verdad de una afirmación, revela lo que Martínez llama “estructura racional fundamental”, en los seres humanos, lo cual refleja concordancia con la sociedad moderna.


Estas razones, las cuales forman parte de una lista interesante de argumentaciones, representan para los postmodernistas un discurso valioso, dado en su sensibilidad cuestionadora y su crítica ante las más grandes y significativas propuestas no realizadas por la postmodernidad. Esto deja al descubierto el concepto de realidad y su inagotable variedad de concebirla, dando a la mente humana la capacidad y potencialidad para abordarla.


Dado lo anterior y para efecto de los estudios gerenciales, es valida cualquier argumentación que señale la necesidad de la búsqueda de la verdad y el surgimiento de un nuevo paradigma que abarque el campo humanista, que justifique la comprensión sistemática del comportamiento humano en su afán de buscar soluciones a situaciones planteadas en el contexto económico social. Por ello, la búsqueda de un paradigma emergente, seria de interés inconmensurable en el campo gerencial, dado la actual crisis de valores éticos y morales que afectan el mundo de los negocios y sus implicaciones morales en la sociedad.






REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS


Kant, E., (1973). Critica de la razón pura. Buenos Aires. Losada.


Martínez, M. (2006), El paradigma emergente. Hacia una nueva teoría de la racionalidad científica. México. Editorial Trillas.


Popper, K., (1973). La Lógica de la investigación científica. Madrid, España. Tecnos.


Weber, M., (1969). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Barcelona. Península.


Wilber, K., (1987). El paradigma holográfico: una exploración en las fronteras de la ciencia. Barcelona. Kairos.


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