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miércoles, 12 de enero de 2011

Ciencia, método y filosofía (Bunge)


Mario Bunge, en su obra la cual incluye tres ensayos tendentes a descifrar el contenido filosófico de la ciencia, se encuentran algunos aspectos de significancia interesante toda vez que se refiere al método de la ciencia desde el punto de vista filosófico.


Esta tendencia deriva del hecho de que el autor se sitúa en la intersección de la filosofía con la ciencia y abarca la filosofía general así como aplicada, sin eludir consideraciones sobre la filosofía de la lógica y la matemática como fundamento no solo del quehacer científico sino también filosófico.


Bunge ha mantenido una postura contraria a las pseudociencias, entre las que incluye al psicoanálisis y la homeopatía, además crítica duramente las corrientes filosóficas como el existencialismo, incluyendo a filósofos como Martin Heidegger y Edmund Husserl, el posmodernismo, la hermenéutica y el feminismo filosófico.


Esta postura del autor debe encontrar su razón en el hecho de ser un físico matemático, su doctorado es del área de las ciencias físico-matemáticas, lo cual le da un carácter cuantitativo en sus investigaciones.


La ciencia, su método y filosofía, es una obra interesante que aborda aspectos tales como la diferencia entre ciencia formal y ciencia fáctica, en donde ofrece una clara visión acerca de la función de cada una. En ese sentido, la lógica y la matemática, se ocupan de inventar entes formales y sus relaciones entre ambas, llamándose entonces ciencias formales. Sin embargo, estas ciencias formales, interpretadas por la lógica y la matemática, son racionales, sistemáticos y pueden ser verificables.


Sobre este particular Bunge (1978), manifiesta lo siguiente:


Así es como la física, la química, la fisiología, la psicología, la economía y las demás ciencias recurren a la matemática, empleándola como herramienta para realizar la mas precisa reconstrucción de las complejas relaciones que se encuentran entre los hechos y entre los diversos aspectos de los hechos; dichas ciencias no identifican las formas ideales con los objetos concretos, sino que interpretan las primeras en términos de hechos y de experiencias (o, lo que es equivalente, formalizan enunciados facticos). (p. 9).


Esta es una característica propia del acontecer científico dirigido a las soluciones de tipo ideal ya que tanto la lógica como la matemática tratan de entes ideales dado que solo existen en la mente humana, no obstante, establece un contacto con la realidad a través del puente del lenguaje, tanto ordinario como científico.


Entre tanto, las ciencias fácticas miran las cosas y siempre que sea posible, procuran influir en ellas para generar un cambio a favor de un interés científico racional para observar en que medida sus hipótesis se acercan a los hechos.


En ese sentido, Bunge concluye sobre las ciencias fácticas, apuntando lo siguiente: “En resumidas cuentas, la coherencia es necesaria pero no suficiente en el campo de las ciencias de los hechos: para afirmar que un enunciado es (probablemente) verdadero se requieren empíricos (proposiciones acerca de observaciones y experimentos)” (p. 13).


Para Bunge, la ciencia posee dos vertientes a considerar dado la naturaleza de la investigación, uno el mundo de las matemáticas y la lógica, si la investigación requiere de demostración o prueba de los hechos, lo cual otorga un carácter formal a la investigación. Y dos, la verificación mediante el empirismo o experiencia observados en los hechos, lo cual otorga a la investigación un carácter de ciencia empírica, al tratar de confirmar o no los hechos.


Ahora bien, es importante resaltar que la naturaleza de la ciencia y su método impiden la confirmación final de una proposición o hipótesis fácticas. Solo existe una provisionalidad sobre la misma, tema ampliamente desarrollado por Karl Popper, en su trabajo La lógica de la investigación científica, así como lo ha sostenido igualmente la comunidad científica.


Entonces, mientras la las teorías o ciencias formales pueden convertirse en teorías validas y perfectas, seguras de su validez perdurable en el tiempo, los empíricos o facticos, relativos a los hechos son defectuosos, cumpliendo así la condición necesaria para ser refutados, lo que Popper llama falsación. Mediante la falsación o refutación, se van obteniendo nuevas y más acabadas hipótesis, perfectibles en el tiempo.


Sin embargo, Bunge se detiene un poco más a examinar detenidamente las ciencias fácticas y propone una serie de características las cuales son observadas de cerca por los investigadores que consiguen en el empirismo las respuestas a los fenómenos que interesan verificar o confirmar.


Dichas características es preciso señalar dado que las mismas recogen los avances o conceptos de ciencia que a lo largo del siglo XIX y XX muchos autores de la materia filosófica han tratado de introducir con el objeto de acercarse cada vez mas al concepto de ciencia, como se llega a ella, y como puede ser valida para la sociedad.


Sin embargo, la idea de este ensayo es la de presentarlas someramente, puesto que no es menester su profundización, pero representa un aporte que el autor otorga a los que se inician en el mundo científico como un camino interesante para poder ubicarse en el contexto actual de la ciencia y la necesidad de conocer como acercarse a ella. Entonces, las mismas se enumeran seguidamente:


1. El conocimiento científico es factico: la ciencia se propone describir los hechos tal cual se dan. Los datos arrojados son empíricos.


2. El conocimiento científico trasciende los hechos: el descubrir los hechos, es el trampolín para descubrir nuevos y así sucesivamente.


3. La ciencia es analítica: la ciencia trata de descomponer los hechos en todas las partes posibles para entender la totalidad de sus componentes.


4. La investigación científica es especializada: trata de estrechar la visión del investigador.


5. El conocimiento científico es claro y preciso: ante lo vasto de los problemas a investigar, sus resultados son claros, al contrario del conocimiento ordinario.


6. El conocimiento científico es verificable: su disposición ha ser verificado, falseado o refutado.


7. La investigación científica es metódica: es absolutamente planeada, debe responder a un método.


8. El conocimiento científico es sistemático: debe comprender un sistema de información coherente, conectado lógicamente.


9. El conocimiento científico es comunicable: por ser de interés para una sociedad, debe estar dirigida a ella.


10. El conocimiento científico es general: al estudiar aspectos particulares, los transforma en modelos generales.


11. El conocimiento científico es legal: los modelos generales se llaman leyes, bien sean naturales o sociales.


12. La ciencia es explicativa: para llegar a ser general y legal, lo hace a través de la explicación de las leyes y estas a su vez en principios, las cuales no son finales ni terminadas.


13. El conocimiento científico es predictivo: en su búsqueda de la verdad trata de explicar como puede haber sido el pasado y como puede ser el futuro. Sin embargo, es más perfectible que infalible.


14. La ciencia es abierta: no tiene barreras que la limiten.


15. La ciencia es útil: dado que busca la verdad, usada tanto para el bien como para el mal.


Por todo lo anterior, Bunge trata de justificar la existencia de la ciencia y su finalidad para la sociedad. Distinción necesaria para conjugar el sentido de la misma y su aplicabilidad en términos prácticos para la sociedad.


Otro aspecto importante el cual merece ser expuesto es el del método de la ciencia, Bunge plantea de primera mano que para hacer ciencia debe aplicarse un método, sin embargo, el método se ajustara en la medida y naturaleza de la investigación, por lo que en primera instancia la composición de un criterio debe ser importante para la organización del estudio científico.


En ese sentido, propone igualmente que lo que realmente caracteriza el conocimiento científico es su verificabilidad (conformado o disconformado), en relación a las ciencias fácticas.


A este respecto Bunge (Ob. Cit.), menciona lo siguiente:


Obsérvese que no pretendemos que el conocimiento científico, por contraste con el ordinario, el tecnológico o el filosófico, sea verdadero. Ciertamente lo es con frecuencia, y siempre intenta serlo mas y mas. Pero la veracidad, que es un objetivo, no caracteriza el conocimiento científico de manera tan equivoca como el modo, medio o método por el cual la investigación científica plantea problemas y pone a prueba las soluciones propuestas. (p. 46).


Entonces, lo que el autor propone es que para que la ciencia sea considerada como conocimiento científico, es importante que llegue a la verdad, pero lo más contundente y lo que se debe demostrar, es como se llego a esa verdad, enumerando las operaciones empíricas o racionales, verificándolas de manera objetiva y mediante la medición.


Ahora bien, el tema de la veracidad o verificación es necesario revisarla dado que existen afirmaciones o proposiciones que se pueden verificar y otras que no. Para el caso de las afirmaciones nominales y las que tienen que ver con los fenómenos sobrenaturales son inverificables ya que las mismas trascienden todo cuanto esta al alcance para desarrollar su verificación, además por que no se cuenta con un método mediante el cual se pueda saber el valor de verdad.


En cambio cuando un enunciado es verificable y posee un alto grado de generalidad, se le llama hipótesis científica. Son precisamente las hipótesis verificables las que comprenden las teorías científicas.


Para Bunge, las hipótesis son enunciados facticos susceptibles de ser verificados, que de acuerdo con Comte-Sponville (2003), la hipótesis “Es una suposición, incluida normalmente en el interior de un desarrollo demostrativo o experimental: una idea que se admite provisionalmente como verdadera, a fin de deducir sus consecuencias y, llegado el caso, confirmar o invalidar su verdad”. (p. 254).


De allí que, existen maneras o métodos de llegar a hipótesis y una de ellas es por la vía inductiva, la cual se da sobre la base de observaciones de casos particulares. El científico también puede llegar a hipótesis por la vía deductiva o por analogía. Por ello la ciencia es metódica, sin embargo, existen reglas que facilitan la invención científica así como la formulación de las hipótesis.


A pesar de las vías enunciadas anteriormente, pueden sumársele otras las cueles podrían ser propias del investigador, pero lo que si es de indudable aplicación es el requisito de verificabilidad, es decir, la revisión minuciosa y exhaustiva del método utilizado para llegar a la hipótesis.


Ahora bien, ¿en que se apoya una hipótesis científica?, plantea Bunge, para las ciencias fácticas, que dichas hipótesis no solo se sostienen en el hecho científico, sino también de lo extracientifico como los racionales, en este caso lo psicológico y cultural.


Las mismas forman parte de teorías científicas o tienden a ser parte de ellas, y mientras mas confirmadas estén, mayor será la precisión con que reconstruye los hechos. Esto otorgara a las hipótesis una mayor relevancia y afianzara la creencia en ella, lo cual ayudaría a explorar nuevos territorios o los mismos pero en mayor profundidad.


Lo psicológico, como carácter extracientifico, que apoyaría las hipótesis, es lo que influye sobre la elección de las suposiciones y le otorga el valor que estas deberían tener de acuerdo a los intereses de cada investigador.


En cuanto a lo cultural, relativo a las hipótesis fácticas, se refiere a la compatibilidad con ciertas y determinadas concepciones del mundo. Esto generalmente obedece a intereses propios de la episteme del contexto o lugar donde se desarrollan los hechos.


Dado lo anterior, y como consecuencia de las mas y mayores presiones del entorno científico, se hace necesario que el científico sea una persona culta y conocedora de las fuerzas psicológicas y culturales que interactúan en las ciencias fácticas, a fin de formular, elegir o investigar y dar credibilidad a las hipótesis que desarrolla.


Ante estos hechos, el investigador científico de orden factico, debe coincidir en que uno de los objetivos la ciencia es la demostración de hipótesis las cuales requieren comprobar su validez, en donde el método hipotético deductivo es la manera mas apropiada para determinar dicha validez. Popper, establece que las hipótesis solo son científicas, solo si pueden ser objeto de verificación, en la medida de que puedan someterse a la experiencia.


La obra de Bunge, revisada en este ensayo, es una referencia para el científico que pretenda realizar estudios de orden factico, al observar como suceden los hechos, sus causas y posibles consecuencias. Su integración al paradigma cualitativo, hace posible el estudio y análisis del comportamiento humano en las organizaciones, tema por tratar en el ámbito de los estudios gerenciales.


El hombre, en su necesidad por desarrollar mejores practicas que satisfaga una mayor productividad, ejercerá influencia sobre otros que desarrollan actividades para satisfacer necesidades económicas, tal es el caso de la organizaciones empresariales, las cuales tienen como finalidad la de producir bienes y servicios para satisfacer necesidades. Sin embargo, esta actividad que deviene de una sociedad netamente capitalista, debe ser comprendida, analizada y contextualizada en un nuevo orden que propugne una mejor manera de relacionarse con el sujeto y el objeto, en este caso, con sus iguales y con el medio que lo rodea, a favor de todos.


Esta integralidad de conceptos abstractos, pero con una preponderancia en el ser humano, puede ser vista y desarrollada con el método científico, vista desde la óptica del bien y no del mal, como hasta ahora se ha visto en muchos campos de la ciencia.


Por ello, Bunge, invita a que se conozca la ciencia, su método y filosofía, ya que es preferible abordar la ciencia conociendo las presiones del bien y el mal como parte real del mundo existente, obligando así al investigador a tomar partido de esa situación.





REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS


Bunge, M. (1978). La ciencia, su método y filosofía. Buenos Aires. Siglo XX.


Comte-Sponville, A. (2003). Diccionario Filosófico. España. Paidos.


Popper, K. (1982). La lógica de la investigación científica. Madrid, Técnos.

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